El talento en la neurodiversidad

Hoy, 2 de abril, es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Más que una fecha para visibilizar una condición aún rodeada de prejuicios, debería ser una invitación a reflexionar: ¿sabemos reconocer el talento en todas las personas? Porque el talento está ahí, aunque a veces algo parezca eclipsarlo. Con demasiada frecuencia, nos enfocamos más en si alguien es autista y en lo que creemos que no podrá hacer, en lugar de valorar lo que tiene para mostrarnos y enseñarnos.
Desde Eurofirms Foundation, con la campaña #TalentIsEverywhere, queremos invitar a mirar más allá de lo evidente. A cuestionar nuestros sesgos. A dejar de ver la discapacidad y las neurodivergencias (como el autismo) como una limitación, y empezar a verla también como una forma distinta de estar en el mundo, con sus desafíos, pero también con sus puntos fuertes y su manera única de hacer y sentir.
Una realidad con muchos matices
Dentro del espectro autista conviven realidades muy diversas. Hay personas que necesitan apoyos elevados, con múltiples condiciones añadidas (como discapacidad intelectual severa, epilepsia o mutaciones genéticas poco frecuentes), cuyas familias y personas cuidadoras dedican las 24 horas del día a garantizar su bienestar. Esa parte del espectro existe, y merece todo el respeto, apoyo y visibilidad.
Pero la gran mayoría no se encuentra en ese extremo. Son personas que, con más o menos acompañamiento, pueden acceder al mundo laboral, desarrollar sus intereses y aportar muchísimo valor. El problema es que el entorno sigue sin estar preparado para acoger esa diversidad. Este hecho genera una injusticia profunda: las personas autistas tienen que esforzarse mucho más para llegar al mismo punto que el resto, solo porque el sistema está pensado para quienes encajan en la norma.
Incluso aquellas personas autistas que requieren bajos niveles de apoyo necesitan ajustes. A menudo hablamos de pequeños cambios que pueden marcar una gran diferencia: entornos menos ruidosos, instrucciones claras, procesos de selección accesibles, espacios para regularse. Y sí, hay perfiles como el del típico genio excéntrico al estilo Sheldon Cooper, con altas capacidades en un área concreta pero grandes dificultades para adaptarse. Esos perfiles también se enfrentan a un entorno que no sabe acogerlos, y que muchas veces los rechaza por no “ajustarse”.
Barreras invisibles, consecuencias reales
Los datos son contundentes. Según Autismo Europa, entre el 76% y el 90% de las personas adultas autistas están desempleadas, y no porque no tengan talento, sino porque no se les da la oportunidad de mostrarlo. Hay estudios que indican que las personas con discapacidad tienen casi un 50% menos de probabilidades de ser llamadas a una entrevista (Bellemare et al., 2019). Si a eso sumamos que el 70% de las personas autistas no comunica su condición en el entorno laboral por miedo a las consecuencias (Buckland, 2021), el resultado es un sistema que pierde talento constantemente.
Asimismo, lo más preocupante: solo el 11% de quienes revelan su diagnóstico recibe después algún tipo de adaptación en el trabajo (The Autistic Boss, 2023). Un dato que debería hacernos reflexionar sobre cuánto nos falta aún para construir entornos realmente inclusivos.
Lo que sí tenemos en común
Aunque insistimos en que cada persona autista es única, muchas compartimos ciertas características que pueden ser de gran valor en el entorno laboral. Algunas de ellas son:
- Pensamiento analítico y atención al detalle, útiles para revisar procesos o detectar errores.
- Creatividad, no solo artística, sino también en la resolución de problemas.
- Detección de patrones, lo que ayuda a identificar dinámicas poco eficientes o inconsistencias.
- Sensibilidad visual o sensorial, que puede traducirse en una percepción aguda y refinada.
- Empatía y sentido de la justicia, que nos lleva a señalar lo que no funciona, con la intención de mejorarlo.
- Persistencia, porque cuando algo nos importa, no nos rendimos fácilmente.
- Intereses especiales o restringidos, que, si se canalizan adecuadamente, pueden convertirse en una especialización valiosa.
Pero todo eso solo se puede desplegar si existe un entorno que acompañe. Que escuche. Que entienda que la equidad no se logra tratando a todo el mundo igual, sino adaptándose a las necesidades de cada persona.
No es una utopía
La buena noticia es que cada vez más empresas responden a esta realidad. Los equipos que son muy diversos, incluyendo personas neurodivergentes, pueden ser hasta un 30% más productivos (Deloitte, 2022). Compañías como SAP, Microsoft, EY, J.P. Morgan o Google Cloud ya cuentan con programas específicos de inclusión neurodivergente. Incluso la agencia de inteligencia británica GCHQ tiene en su plantilla a personas autistas cuyo perfil encaja perfectamente con tareas complejas de análisis de datos y detección de patrones.
Esto no es una excepción. Es una demostración de que cuando se adapta el entorno, el talento emerge.
¿Y si empezamos por ahí?
#TalentIsEverywhere no es solo un lema. Es una invitación a romper con los filtros inconscientes que nos hacen descartar a quien se comunica distinto, piensa diferente o no encaja en el molde habitual.
La inclusión no se logra solo con buenas intenciones, sino también con acciones concretas: revisar cómo contratamos, cómo acompañamos, cómo escuchamos. Y, sobre todo, cómo generamos entornos donde cada persona pueda estar en igualdad de condiciones para mostrar lo que sabe hacer.
Porque el talento está en todas partes. Solo hay que crear las condiciones para que pueda brillar.
Un artículo de:
Marisa Martínez Cervantes.
Persona autista, Consultora en D&I en Eurofirms Foundation